Volvió su cabeza y vio todo aquello que tanto lo había marcado y que deseaba dejar atrás. Tomó sus pinceles, algunas hojas y unos cuantos colores. Los anudó ciegamente a su inspiración y a todas sus agallas. Así, sin caminos demarcados por otros, comenzó a asentar esa señal que imprime el pie del hombre en la tierra por donde pasa.
Bienvenidos al encuentro con Raúl Schurjin.
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