Volvió su cabeza y vio todo aquello que tanto lo había marcado y que deseaba dejar atrás. Tomó sus pinceles, algunas hojas y unos cuantos colores. Los anudó ciegamente a su inspiración y a todas sus agallas. Así, sin caminos demarcados por otros, comenzó a asentar esa señal que imprime el pie del hombre en la tierra por donde pasa.
Bienvenidos al encuentro con Raúl Schurjin.
Bienvenidos a
jueves, 24 de abril de 2008
Dos generaciones después: 5 estiletazos astutos al nieto curador
viernes, 18 de abril de 2008
Con relación a mi padre
El círculo de pintores en época de mi padre estaban relacionados. Vivían el momento álgido de la pintura argentina. Acudían a sus exposiciones. No faltaban a las cenas, ni dejaban, en verano, de exponer en Mar del Plata. Entre ellos todo era fluido. Pese a sus esfuerzos individuales, les resultaba imposible esconder o disimular esa pizca de celo imposible de prescindir. Los galersitas se los disputaban, reservaban las mejores fechas a los que consideraban más exitosos para el público y para las ventas de sus obras. Buenos Aires no se detenía. Ellos (los pintores) tenían plena conciencia que formaban parte de ese no detenerse cultural de la ciudad, donde quedaban definitivamente integrados. Sin embargo, y pese a la amabilidad del trato que se dispensaban, no era muy frecuente que se reunieran para charlar o intercambiar ideas o proyectos que podrían ser inquietudes comunes. Cada uno permanecía fiel a sus temáticas, a sus técnicas, etc., hecho que los hacía fácilmente identificables (es un Soldi, un Basaldúa, un Schurjin, un Policastro, etc., etc.).
En el caso de mi padre, sus relaciones en el terreno de la amistad se inclinaban y enriquecían con los escritores, actores, médicos, poetas, críticos de arte, cineastas, músicos, en donde sí y en todos los casos, terminaban en prolongadas reuniones donde no faltaría el alcohol amable y el tabaco necesario. En ellas no se dejó nunca de acudir el constante análisis de situaciones políticas, sociales, y sobre todo culturales. Era el momento de las frecuentes visitas a la ciudad de personajes como Miguel Ángel Asturias, Nicolás Guillén, Gudiño Kramer, José Pedroni y una lluvia de intelectuales españoles que llegaban a Buenos Aires para luego distribuirse por toda Latinoamérica, huyendo de la dictadura y mediocridad franquista.
En la casa de mi padre no se llenaron las paredes con obras de colegas contemporáneos y sí de libros las dos bibliotecas más importantes, todos con sendas dedicatorias, que han hecho crecer mi orgullo y el de mi hermano.
Si es necesario ejemplificar, puedo referirme a un momento muy especial: una de esas tantas noches llenas de puro talento, en casa cenaba Francisco Petrone, que en esos momentos era director de Canal 7, cuando sonó el teléfono. El que llamaba era el inmenso pintor Carlitos Alonso que le pedía a mi padre integrarse a los cafés de aquella cena con tres amigos del alma. Mi padre aceptó encantado. Ya en casa estos amigos de Carlitos desenfundaron sus guitarras y la mujer, su voz. Francisco y los demás quedamos alucinados por el talento que de inmediato flotó por toda la casa. Esa noche nació para el mundo Mercedes Sosa y la guitarra de Matus.
Eran momentos que el placer estético se buscaba, sin esfuerzo, para otorgarle a la vida el verdadero sentido que mereciera ser vivido.
Hillyer Schurjin
Villacañas, provincia de Toledo,
14 de abril de 2008.
Fotografía: D. Nieto.
lunes, 14 de abril de 2008
Las imágenes tomadas por Annemarie Heinrich son un emblema de la fotografía argentina del siglo XX, componen un fiel reflejo de la historia cultural del país. En su pequeño estudio congeló momentos únicos de los años dorados del cine argentino, el teatro, la radio y fotonovelas. Y en cada imagen transformó el oficio de la fotografía en arte.
Heinrich nació en Alemania el 9 de enero de 1912. En 1926, se trasladó junto a su familia a Argentina, primero a Entre Ríos, donde comenzó sus estudios fotográficos, continuándolos posteriormente en Buenos Aires.
A los 18 años sus fotos aparecían publicadas en destacadas revistas del mundo del espectáculo, como Sintonía,
Guiada por los reconocidos fotógrafos Wilenski y Melita Lang; Annemarie se destacaba especialmente por conseguir en cada retrato, una mirada penetrante o brillante dejando al descubierto el alma de sus retratados. Consideraba este arte como una colaboración entre el fotógrafo y el modelo.
El fuera de foco, la exposición múltiple o prolongada, los montajes, fueron algunas de las múltiples técnicas en las que incursionó de manera notable; las imágenes tomadas por esta fotógrafa se caracterizan por el empleo de una cuidada e innovadora iluminación de estudio. También fue una gran experta en el retoque de negativos.
Además de ser una especialista en el retrato, Heinrich mostró otros intereses durante toda su carrera, como el arte del desnudo, en el que las líneas y curvas y los claroscuros, expresaban una sensual delicadeza. La danza fue un tema de profunda inspiración, como asimismo la fotografía de moda y paisaje. Mostró una gran sensibilidad por el arte plástico y la escenografía.
La entonces desconocida Eva Duarte, Dolores del Río, Zuilly Moreno, Mirtha Legrand, Raúl Schurjin, fueron algunas de las principales figuras del mundo artístico que posaron para ella.
Algunas de esas imágenes vinculadas a Schurjin podrán ser apreciadas en
Annemarie Heinrich falleció el 22 de septiembre de
Soledad Borches
miércoles, 9 de abril de 2008
Visión sobre Hiroshima
Preocupado por la conflictiva bélica –de la que siempre estuvo pendiente– y particularmente estremecido por las consecuencias del estallido de las bombas que impactaron en Hiroshima y Nagasaki al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Raúl Schurjin pintó “El Hongo y la Rosa”.
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¿Sos curioso? La Huella te invita a saber un poco más sobre las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki viendo: www.youtube.com/watch?v=ugOIdaY_zb8