Volvió su cabeza y vio todo aquello que tanto lo había marcado y que deseaba dejar atrás. Tomó sus pinceles, algunas hojas y unos cuantos colores. Los anudó ciegamente a su inspiración y a todas sus agallas. Así, sin caminos demarcados por otros, comenzó a asentar esa señal que imprime el pie del hombre en la tierra por donde pasa.

Raúl Schurjin nació en la Mendoza americana a comienzos del siglo XX. La docencia adoptó su carne y las bellas artes su esencia. El litoral santafecino unió en abrazo el sentir de su paleta con esas telas en las que quedaron todos los retratos, las naturalezas muertas, las estampas de la vida humilde y cotidiana… y también ellas, las costeritas, que aún esperan… por siempre esperan.

Su marcha independiente no impidió que, con la valiosa ayuda de unos pocos, encontrase el modo de dar a conocer sus creaciones en diversos puntos de nuestro país y del exterior; especialmente en Europa, al igual que en Japón, región a la que se sintió ligado por el dolor, producto del feroz accionar bélico humano.

Su característica obra, sencillez y sensibilidad lo vincularon con destacados colegas y demás talentos provenientes de las arenas de la música, la danza, la fotografía, la actuación y las letras.

El tiempo pasó y con él su vida. Aquella primitiva huella, la de la inicial pisada que en 1907 sólo tuvo por guía al destino invisible, se convirtió en su homónima, al inscribirse como un camino hecho por el paso constante de un hombre, que con tenacidad sostuvo sus inclinaciones y criterios artísticos.

Las horas siguen transcurriendo y aún es duradero aquel vestigio profundo. Existe puro para quien lo busca ese intenso rastro… Lo que fue incierto entonces, sendero es hoy en día.

Bienvenidos al encuentro con Raúl Schurjin.

Bienvenidos a La Huella.

miércoles, 9 de abril de 2008

Visión sobre Hiroshima


20.000 km. de separación geográfica no impidieron que buena parte del pueblo argentino se viera sacudido por el bombardeo atómico lanzado sobre Japón el 6 y 9 de agosto de 1945; por el cual, al decir del historiador Alberto Lettieri, EE.UU. se encargó de eliminar toda posibilidad de que se dudase "quien mandaba". Los artistas del medio local, entre ellos R. Schurjin, no quedaron al margen de tan terrible cimbronazo para la humanidad y se manifestaron en consecuencia.


Preocupado por la conflictiva bélica –de la que siempre estuvo pendiente– y particularmente estremecido por las consecuencias del estallido de las bombas que impactaron en Hiroshima y Nagasaki al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Raúl Schurjin pintó “El Hongo y la Rosa”.
-
Sin apartarse del estilo de sus clásicas “costeritas”, el cuadro muestra un esquelético enjambre de niños rodeados de terror y muerte, que con máximo esfuerzo sostienen una rosa, diáfano símbolo de la esperanza, al tiempo que la explosión atómica se expande a sus espaldas.
-
Esta obra se inscribe en la trilogía que completan “No Olvidar” y “La Ronda”. Exhibidas siempre juntas, las telas encontraban una plena identificación ante los seguidores de Schurjin, llegando a motivar la sensibilidad de prestigiosos poetas que sintieron la necesidad de explayarse ante tal estímulo (merece destacarse el poema “El Hongo y la Rosa” del escritor y entrañable amigo Raúl González Tuñón).
-
Schurjin expresó su deseo en cuanto a que, tras su muerte, el cuadro fuese “...donado al Museo de la Paz de Hiroshima, como una humilde contribución al agobio de un pueblo sorprendido por una actitud humana feroz, concreta, terrena...”.
-
Enterados de las aspiraciones del artista, los gobiernos de Japón y Argentina tomaron contacto a través de sus canales culturales y consiguieron cristalizar el anhelo del pintor. Es así que al trascendental óleo le fue concedida la pared de honor, y el 5 de abril de 1989 quedó habilitada su visualización permanente para la gran cantidad de público que diariamente asiste al citado Museo de la Paz.
-
-
D. Nieto.

¿Sos curioso? La Huella te invita a saber un poco más sobre las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki viendo: www.youtube.com/watch?v=ugOIdaY_zb8

No hay comentarios: